Eduardo Bautista
 
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No fue tan difícil

“No fue tan difícil”

    Terminando de leer una más de las tantas creppypastas acerca de Slenderman que circulan de manera abundante por la red, sentado frente a mi ordenador con la luz apagada, mi primera reacción (siempre que leía relatos de terror hacía lo mismo) fue voltear la cabeza hacia atrás con cautela. Sí, soy bastante crédulo, pero sé diferenciar los cuentos de miedo simples a los relatos de supuestas experiencias de algunas personas con seres y fuerzas sobrenaturales, y en definitiva la historia del Slenderman estaba fuertemente respaldada por infinidad de testimonios, imágenes e incluso grabaciones que aseveraban su existencia que era demasiado para mi suponer que fuera tan solo una invención. Y dicha impresión mía se acentuaba más conforme regresaba a la realidad y me percataba de que estaba solo en casa, pues mi padre llevo a mi madre, que estaba encinta a un hospital, o de que faltaban quince minutos para la medianoche, o de que la parte trasera de mi hogar colindaba directamente con el bosque agreste y salvaje. ¡Oh, vaya susto repentino me lleve cuando me pareció escuchar a alguien pronunciando mi nombre a lo lejos! Sin embargo me tranquilice al notar (o yo creía y de verdad quería creer) que se trataba únicamente del rugir del viento. Con todo, a pesar de mi sugestión inicial, me tome un momento para analizar. Las circunstancias eran apremiantes, eso era un hecho, pero no por ello iba a dejarme dominar por el pánico solamente por haber leído una creppy que seguramente fue idea de algún idiota sin nada que hacer y que quizás la escribió en una soleada tarde de verano. Esa idea me relajo lo suficiente como para soltar un prolongado suspiro de alivio. Entonces mi mente, jugándome malas pasadas desde tiempos inmemoriales, me dio algo más en que pensar. “¿Por qué no escribes tú mismo una historia de terror lo bastante impactante como para asustarte incluso a ti mismo?

Retuve la idea un instante y luego la arrugué y la tire mentalmente al bote de basura. No obstante, un impulso me insinuó que era un cobarde por rechazar la propuesta de mi cerebro. Me dije a mi mismo en un tono de desafío, ¿y por qué no? Me di cuenta de dos cosas: escribir historias de terror no parecía ser tan difícil como aparentaban escritores como Poe o Lovecraft; tal vez, si me esforzaba, tendría una buena creppy para publicar y presumir en Facebook, y que definitivamente…tenía mucha hambre. Así que, muy a mi pesar y con un gruñido estomacal, me dirigí a la planta baja para ver que alimentos podría encontrar en la despensa o en el refrigerador.

Bajé los peldaños de la escalera con lentitud. Mi corazón empezó a latir deprisa. El clima no ayudaba para nada a mi creciente sensación de inquietud pues el viento rugía sin cesar y hacía cimbrar la puerta de entrada con brío. Llegue al pie de la escalera e instantáneamente prendí la luz. El fulgor blanquecino me cegó por un momento pero después de adaptarme vi que mis padres me habían dejado una breve nota en la mesa. Intrigado, la tomé y vi que esta decía: “No sabemos cuánto tardaremos; me temo que tendrás que pasar la noche solo. Por favor, antes de dormir cierra con llave la puerta y vigila que todas las ventanas estén bien cerradas. Te llamaremos en cuanto lleguemos al hospital. Te quiero. Mamá. P.D.: Hay pan guardado en el horno.”

¡¿Solo?! Calma, calma, dijo mi cerebro. ¿Sabes qué significa eso? ¡Si, podrás jugar con el Xbox hasta la hora que quieras! Aquel argumento me animo muchísimo, así que me dispuse a prender la consola inmediatamente. En ese momento sonó el timbre con tal intensidad que me sobresalte, alarmado. Me repuse casi al instante y me dispuse a abrir la puerta entonces. Al caminar hacia la entrada pude notar que el viento soplaba con fuerza tal como para hacer parecer que la puerta tronara con golpes. Me detuve a medio caminar y escuche, atento. ¡De verdad parecían ser golpes! Sin embargo, serenándome, retome el paso y al llegar a la puerta, me asome por la mirilla. No había nadie afuera y aun así los golpes seguían oyéndose, como si estuvieran aporreando la puerta a puños. ¡Qué raro!, me dije, pero no le di mayor importancia al asunto, tan solo abrí la puerta, mire en derredor, cerré nuevamente la puerta y con mi llave puse la cerradura. Acababa de darme la vuelta cuando de nuevo sonó el timbre. Me quede pasmado. “¿Cómo diablos pasó si no tiene ni tres segundos que cerré la puerta? Además, mire alrededor y no había nadie afuera y mira que el jardín es amplio y no hay lugar posible para esconderse y luego regresar al pórtico tan rápido. A menos que… ¡Oh, mierda! Olvidándome de mi estómago y del Xbox, corrí atolondrado, subí las escaleras me dirigí hacia mi habitación y posteriormente accione el seguro. Esperé en silencio. Solo el bramido del viento era audible para mí. Quizás haya sido solo una broma de algún bastardo borracho o algo así, pero mi instinto me decía que estaba equivocado. En fin, seguí esperando. Nada.

    “Solo el ruido de mis pasos era audible en el antinatural silencio de esta noche. Caminaba sin compañía alguna en medio de un bosque oscuro y frondoso. Mis botas de suela gruesa hacían crujir el césped bajo mis pies. Y ese sonido era el único que percibían mis oídos, además de mi propia respiración. En mi mano derecha sostenía una linterna sorda con la batería suficiente para que la luz mortecina proyectada por ésta durase a lo sumo una hora, tiempo que necesitaba, según mis estimaciones, para llegar al pueblo. Sin embargo, mientras caminaba me percaté de algo insólito. Se trataba de un claro, que estaba frente a mí; éste no me parecía familiar. De hecho, aquel claro era bastante extraño. Los árboles se separaban en un círculo perfecto, de unos diez metros de diámetro. Y en el centro de éste se alzaba un gran árbol, desprovisto de hojas, seco, de quince metros de alto y cuya corteza destacaba por su color rojizo. Pero sin duda lo más extraño era el pequeño rectángulo blanco que pude distinguir a la distancia. Nada más acercarme, note que el rectángulo en cuestión era en realidad una hoja de papel pegada en el tronco. Esto me intrigo, ya que durante mi larga caminata no había notado rastro alguno de civilización y de repente una nota aparecía en mitad del bosque. Me acerque un poco y dirigí el haz de luz de mi linterna hacia el tronco. Pude ver entonces la nota: en ella alguien (un niño seguramente) había dibujado un ser humano, aunque su dibujante, o bien estaba drogado o simplemente era un lunático. La obra representaba a un hombre alto, ataviado con un traje negro, con unos brazos anormalmente largos, y de cuya espalda le surgían una especie de tentáculos. Y por si esto no fuera suficiente para sorprender a propios y extraños, el dibujante al parecer se había olvidado de dibujar el rostro del individuo, pues estaba en blanco. No obstante, lo que llamo inmediatamente mi atención fue que al lado de ese extraño dibujo aparecían garabateadas de un modo grotesco en el papel las palabras “Leave me alone”, que en castellano quieren decir: déjame en paz o déjame solo. Tome la nota, curioso. En cuanto lo hube hecho, una ráfaga de viento helado surgió de la nada y me puso la piel de gallina. De pronto, sentí (o tuve la certeza) que estaba siendo acechado por alguien (o algo) entre los arboles…

    En ese punto me detuve. O bien, era un efecto secundario a raíz de lo que escribía o súbitamente yo también me sentía siendo vigilado. Gire bruscamente la cabeza. Tanta era mi súbita paranoia que por un momento realmente lo vi a él, plantado delante de mí. Pegue tal salto que me caí de la silla con gran estrépito. Asustado, levante la mirada, entonces me di cuenta de que fui víctima de un espantoso truco de mi imaginación. Molesto y en el fondo avergonzado, me incorpore. Mi estómago volvió a rugir, pero recordando casi automáticamente lo que ocurrió hace una hora decidí que no correría el riesgo. Mi atención se puso de nuevo en el breve manuscrito que había hecho hasta el momento. Me sorprendía lo fácil que este había surgido así como lo bien que se me daba escribir. En verdad no era tan difícil. Sin embargo, al no poder reprimir un bostezo, me dije que había llegado la hora de irse a dormir. No más sustos por hoy, señores. Me disponía a guardar el archivo y apagar la computadora cuando ocurrió. Sonó de nuevo el timbre.

─¡Mierda, no de nuevo! ─musite y, ya sea por instinto o por locura, tome el bate de beisbol y me puse en guardia, listo para atacar.

No obstante, solo hubo silencio. El viento se había sosegado y ya solamente me era posible escuchar silencio. Pero este no duro mucho.

Un ruido similar al crujir de hojas en el exterior, quizá en el jardín. Luego silencio, quietud. Otra vez ese ruido, ahora acompañado de algo que era sin duda el sonido de unos pasos. Pasos tenues pero retumbantes en el silencio de la noche. Y sin previo aviso, un ruido como de aspiración fue audible, al tiempo que unos golpes se escucharon en la puerta de mi habitación. No eran golpes como tales, o eso creía; era como si múltiples brazos arañasen la superficie de madera pulida de mi puerta. Me quede helado. Quería moverme pero ninguno de mis miembros me respondía. Y nuevamente, a pesar de que en mi cuarto no había nadie más que yo

Sentí que estaba siendo acechado…

De inmediato, sin saber de dónde saque fuerzas tome mi celular, no tenía batería, así que cogí la vieja grabadora de mi padre y pulse el botón de “Reproducir”, y entonces

…por alguien (o algo)…

─No fue tan difícil…─dije quedamente, paralizado por el terror. Un viento gélido erizo todos los vellos de mi piel. Los pasos se escuchaban ahora

Detrás de ti…

Voltea…


Portada de un diario de nivel nacional.

OTRO CHICO DESAPARECIDO

    Eduardo, un chico de trece años, ha sido reportado oficialmente como desaparecido la tarde del viernes 31 de mayo del presente año por sus padres, Juan, de 36 años y Liz, de 35. Los detalles son confusos. Al llegar a su residencia en una ambulancia (tras Liz haber dado luz en un hospital en el transcurso de la noche), los padres se encontraron con que la puerta estaba cerrada por dentro. Forzaron la puerta con ayuda de un oficial al que previamente habían llamado y al entrar a la casa, al principio parecía que nada fuera de lo corriente había pasado en su casa, pero después de llamar a su primogénito, al ver que éste no respondía y tras buscarlo por varias horas finalmente tuvieron que aceptar que el chico no se hallaba en su hogar. La policía forense ha investigado todo el inmueble y aún no han encontrado alguna pista que pudiera dar algún indicio del paradero del chico o del (los) supuesto(s) secuestrador(es). Las autoridades locales y estatales se dan a la tarea de rastrear toda el área circundante al recinto, así como posibles lugares donde pudiesen tener al chico como rehén, sin embargo, dada la poca información disponible, dicha búsqueda resulta por demás y hasta el momento, infructuosa. Los padres suplican desesperadamente por saber si su hijo esta con vida y solicitan que, si alguien tiene alguna información sobre él, que se los haga saber de inmediato. El número para ponerse en contacto es: 55-64-35-75-92. Seguiremos informando.

Mismo diario, versión vespertina del mismo día.

UN GIRO INESPERADO

   Nadie aún puede creer el enigmático giro que ha dado esta singular historia. Eduardo, de 13 años de edad, sigue desaparecido. Sin embargo, la policía forense ha dado con una pista si bien, no del todo útil, si es bastante extraña. Instantes después de haber registrado la habitación del muchacho, uno de los investigadores hallo en el suelo lo que seguramente fue su grabadora. Tras comprobar su adecuado funcionamiento, los investigadores han procedido a revisar el contenido del aparato y lo que encontraron fue algo sumamente insólito. Se pudo encontrar una breve grabación del día anterior a la desaparición de Eduardo, la cual fue grabada a las 01:11 a.m., que se cree fue hecha por el propio Eduardo y cuyo contenido es bastante perturbador. Hela aquí, en su esencia:

(Inicia la grabación)

(Sonidos extraños)

Eduardo (débilmente): No fue tan difícil…

(Un ruido similar a una ráfaga de viento)

Eduardo: …

Fuente no identificada: (sonido vibratorio intensificándose)

Eduardo (gritando aterrado): ¡Noooo! ¡Por favor, no!

(Sonido de estática)

Fuente no identificada: (Pasos retumbantes)

(Un ruido de aspiración)

(Fin de la grabación)

 

¿No es tan difícil escribir una historia de terror?
Basada en el creepypasta "Slenderman"




Eduardo Bautista  
  Escritor
26 de Diciembre 1996
 
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